Científicos descubren que ese valioso mineral se concentra en las hojas de la vegetación que crece encima de los yacimientos, lo que puede dar pistas a la hora de decidir dónde excavar
Quizás alguna vez le hayan dicho eso del dinero no crece en los árboles, frustrando su intención de realizar una golosa compra. El refrán es muy sensato y tiene gran parte de razón, pero no toda. Porque el dinero, en efecto, no crece en los árboles, pero el oro, por increíble que parezca, sí se acumula en su interior. Un grupo de científicos australianos ha descubierto que los árboles que hunden sus raíces sobre depósitos de oro enterrados a gran profundidad muestran concentraciones de ese valioso elemento superiores a las normales. El hallazgo, descrito en Nature Communications, puede resultar de gran ayuda en la búsqueda de yacimientos minerales, ya que supone un indicio de su existencia sin que haga falta excavar.
Desde hace tiempo, los científicos han tenido indicios de que los árboles y otros tipos de vegetación sacan el oro de la tierra y lo transportan a sus hojas, pero no había evidencias claras. Las partículas de oro podrían pegarse a las hojas después de ser empujadas por el viento. Para comprobar esta teoría, científicos de la Organización Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO, la agencia científica nacional de Australia) recogieron hojas, ramas y cortezas de los árboles de eucalipto que crecen sobre un conocido yacimiento de oro en Australia Occidental. El depósito, en la actualidad sin explotar porque es demasiado pequeño para ser rentable, se encuentra a unos 30 metros por debajo del suelo.
El equipo reunió partes de los árboles que crecen a 200 metros de la mina. Aunque las concentraciones de oro en la vegetación son habitualmente menos de 2 partes por mil millones, las hojas secas de los árboles que crecían sobre el depósito de mineral tenían niveles que alcanzaban las 80 partes por mil millones.
Los eucaliptos que crecen sobre un depósito hundido 35 metros bajo tierra tenían 20 veces más oro en las sustancias gomosas de sus hojas que los árboles que crecían a 800 metros del lugar. Para confirmar que no era el viento el que arrastraba el oro, los científicos aislaron los árboles en una especie de invernadero. Como sospechaban, los árboles absorbieron el oro del suelo, como lo hace con cualquier otro nutriente, y lo depositaron dentro de sus hojas.
Eso sí, hay que encontrar la mina para hacerse rico, no basta solo con el árbol. Aunque las concentraciones de oro en las hojas son mucho más altas de lo normal, las partículas son todavía escasas y pequeñas. Incluso las más grandes, que el equipo bautizó con humor«phytopepitas» (pepitas vegetales) no tenían más de 8 micrómetros de diámetro, aproximadamente la mitad del diámetro del cabello humano más fino. El oro no puede extraerse de los árboles, pero los científicos creen que puede servir de señal para localizar depósitos escondidos bajo sus raíces. Los prospectores no perderían dinero en excavaciones y no causarían daños al medio ambiente, según explican. Una razón más para considerar a los árboles un auténtico tesoro.
Fuente: Artículo publicado en el diario digital ABC.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario