Con motivo del centenario de la resistencia
de la Breña, el ejército del Perú encargó a un equipo de historiadores,
literatos y militares la preparación de un compendio que se tituló HUAMACHUCO Y EL ALMA NACIONAL (1882-1884).
En donde se narra con lujos de detalle la campaña de resistencia, que emprende
el mariscal Cáceres y sus heroicas huestes en su afán de expulsar a los
invasores de tierras peruanas. Esta obra acoge uno de los testimonios más
importantes de la campaña de la Breña, el Diario de Marcha de Operaciones
escrito por Pedro Manuel Rodríguez, combatiente y Secretario del General
Cáceres.
Asimismo, se cuenta con las versiones orales
recogidas por soldados del ejército, quienes recorrieron por tercer año
consecutivo la ruta histórica de la Campaña de la Breña.
A continuación un extracto de la estancia del
mariscal Cáceres y sus tropas en la villa de Conchucos del 2 al 4 de julio del
año 1883 .Además publicamos una fotografía que quizás sea la más antigua del pueblo de Conchucos,
tomados ambos del Volumen No. I de la obra Huamachuco y el Alma Nacional
AVANCE
PATRIOTICO DE URCON A CONCHUCOS
A las 07:00
del 30 de Junio la hueste patriota dejó Urcón y
tomó la difícil ruta de alturas que llevaba a Conchucos. Hubo un breve descanso
en Pariachuco, y se completó la jornada plantando campamento en las alturas de Huarilca,
al pie de la cordillera nevada de Pelagatos. Soportaron allí un frío
glacial que a De los Heros
le pareció ´´ mas riguroso que el que
experimentaron en las anteriores cordilleras y punas ´´.Se sumó a ese padecimiento el del hambre, pues no
encontrándose combustible no hubo posibilidad de preparar rancho: ´´el general
y su comitiva apenas pudieron tomar una taza de agua de coca, hervida con suma
dificultad con un poco de paja´´.
A las 06:00
horas del 1ro. De julio se reanudó la marcha, cruzando una puna terrible
durante todo el día, paralela a la extensa cordillera de Pelagatos .Fue en
realidad una jornada dantesca, donde el frío y el hambre causaron grandes
estragos, quedando en el camino varios esforzados breñeros: ´´corría un viento
sutil y helado, que penetraba hasta los huesos, y algunos soldados quedaron muertos ´´ Otros cayeron víctimas del soroche ,pues según recordaría el
general, ´´la pequeña cantidad de ajos que llevábamos para precaver el mal de
la montaña se nos había terminado y ya no fue posible conseguirlos ´´. Los
pocos que iban sobre caballos o mulas se vieron precisados a desmontar, para
poder entrar en calor caminando, mientras los infantes padecían una fatiga
verdaderamente mortal. A las 18:00 horas avistaron las ruinas del antiguo pueblo de Ccallarencca, y todos se apuraron a buscar refugio entre sus
destruidos paredones, ´´ pues ya no era posible soportar la intensidad del frío
´´. Tampoco hubo aquí forma de amenguar el hambre; y apenas un mate de coca
pudo distribuirse entre la sufrida tropa. Ante tan trágico cuadro Cáceres
sufrió tal vez más que cualquier otro , y
sin poder conciliar el sueño prosiguió en lenta cabalgata hacia Conchucos,
dispuesto a ordenar personalmente la preparación del rancho para su cansada
hueste. En el trayecto recibió comunicaciones de Pedro J. Porturas y otros patriotas .por las que tomó conocimiento de
que Gorostiaga había llegado a Mollepata. Mientras tanto en Ccallarencca, Pedro
Rodríguez enfrentaba el hambre y el frío
recorriendo las ruinas con ojos de intelectual, para en medio de tanta penuria
apuntar en su diario: ´´Las casa están en línea recta, sin puertas; por la base
tienen una especie de sótanos, y es probable que por allí tengan la entrada ´´. Pero al cabo,
caería también rendido :´´Este día nada
comí ni bebí; estaba muy mal ;y dormí en una de esas casas destruidas
´´.
Cáceres
llegó a Conchucos en la madrugada del 2 de julio, siendo recibido con muestras
de alegría por los pocos habitantes que permanecían en el pueblo: ´´algunas
mujeres le echaron flores al general´´.La mayoría se había retirado al interior,
por temor a los desmanes del enemigo luego de conocer lo sucedido en
Pallasca.El general Silva, aposentador del ejército que acompañaba a Cáceres,
ordenó entonces el acopio de alimentos y la preparación del rancho.
Las tropas
dejaron Ccallarencca a las 07:00 horas, entrando a Conchucos una hora y media
más tarde.
Atendiendo
el estado de la hueste, Cáceres autorizó un prolongado descanso. El balance a
la fecha era poco menos que desolador a decir de Abelardo Gamarra:
´´Los últimos
días habían sido sumamente penosas por la absoluta falta de forraje para las bestias,
el escaso rancho suministrado a la tropa, la fragosidad de los caminos cruzados
por elevados y consecutivos
contrafuertes de la cordillera y la inclemencia de la temperatura. El número de
enfermos era, excesivo, y la mayor parte
de oficiales caminaba a pie por habérseles muerto sus cabalgaduras de cansancio
e inanición´´
Patrullas de
reconocimiento fueron despachadas hacia Mollepata y Pallasca, regresando al día
siguiente con la noticia de que el enemigo permanecía en aquel pueblo .Pero
estos exploradores habían sido vistos también por los chilenos, que creyeron
cercano el definitivo encuentro: ´´Tres días permanecimos en las alturas-relató
un soldado de Gorostiaga-y sabíamos ya que el enemigo se hallaba a una jornada
de distancia ,pues veíamos a sus oficiales y correos cruzarse de Pampas a
Pallasca.El combate habría de realizarse en muy breve término ,y cierto desasosiego
se notaba en nuestras fuerzas ´´.
Mientras
Cáceres reunía a sus oficiales para estudiar la estrategia a seguir, se
aprovechó el día 3 para que los reclutas del destacamento del Norte efectuaran
ejercicio de tiro .El resultado por demás desmoralizador: ´´No fue extraño que
muchos, que por primera vez oían un tiro
de rifle, al disparar cayeran en tierra y otros apuntaran volteando la cara a
un lado´´.Aunque obligada, esa práctica produciría pronto funestas
consecuencias ,pues los bisoños de Recavarren ,impresionados desfavorablemente
con armas que jamás habían usado ,y muchos ni siquiera visto, desde entonces
pensaron solo en desertar ,visto que iban camino a un campo de batalla donde
servirían solo de blanco .Además, se consumió ese día una nada despreciable
cantidad de municiones ,las mismas que tanta falta harían en el momento
decisivo .